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Las 7 hormonas que necesitas controlar para perder grasa.
Y cómo equilibrarlas.

Recibo gran cantidad de mensajes que dicen haber intentado de todo para perder peso.
Y que no les ha funcionado nada.
Y están desesperados porque ya no saben qué más hacer.
Y hay algo que se repite, porque indican que a pesar de “comer sano”, habían estado bajo tanto estrés que su cuerpo había empezado a almacenar grasa.
Y aunque su explicación no era del todo precisa, tenían razón en algo: las hormonas sí juegan un papel clave en cómo pierdes o ganas peso.
El problema es que casi nadie entiende bien cómo lo hacen.
Hoy quiero enseñarte cuáles son las 7 hormonas más importantes para tu metabolismo, qué efecto tienen en tu cuerpo y qué puedes hacer para equilibrarlas.
¿Y por qué son importantes?
Pues muy fácil.
Porque son las que deciden si pierdes grasa o no.
Así que vamos a verlas una a una para que sepas cómo funcionan y qué puedes hacer al respecto.
1. Insulina: el guardia de la energía.
La insulina es producida por el páncreas y actúa como un guardia de seguridad:
decide si la energía de la comida se va a usar de inmediato o a almacenar como grasa.
Cuando hay demasiada insulina circulando (por exceso de azúcar, harinas blancas o comidas frecuentes), el cuerpo tiende a acumular grasa, sobre todo en la barriga.

Variaciones antes y después de las comidas diarias en un sujeto sano.
en los niveles de glucosa (en rojo).
en los niveles de insulina (en azul).
Cómo mejorar tu insulina:
Reducir azúcares simples y pan blanco.
Comer más grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, frutos secos).
Incluir fibra (legumbres, pan integral, avena).
Mejorar tu rutina de sueño (ya hemos hablado como hacer esto en algún correo anterior).
Hacer entrenamientos de fuerza y caminar tras las comidas.
Probar a comer dentro de un rango de 8–12 horas en lugar de picar todo el día.
Ejemplo: una simple caminata de 15 minutos después de cenar puede mejorar tu sensibilidad a la insulina y ayudar a que la comida no se almacene como grasa.
2. Grelina: la hormona del hambre.

La grelina se produce en el estómago y es como una alarma que dice:
“Necesitamos energía, es hora de comer”.
El problema surge cuando se altera por estrés, sobrepeso o comidas muy desordenadas. Entonces, esa alarma suena cuando no toca, y acabas picando sin necesidad.
Cómo mejorar tu grelina:
Comer proteína en cada comida (carne, huevos, pescado, yogur griego).
Añadir fibra (legumbres, verduras, avena).
Beber agua (la sed se confunde con hambre).
Mantener horarios estables de comidas.
Evitar azúcar y procesados que disparan picos de hambre.
Ejemplo: si comes bollería a media mañana, tu grelina puede dispararse de nuevo una hora después, aunque hayas ingerido suficientes calorías.
3. Leptina: la señal de saciedad.

La leptina es producida por tus células de grasa. Su función es enviarle un mensaje al cerebro:
“Ya tenemos suficiente energía almacenada, deja de comer”.
El problema es que, con exceso de grasa corporal o con dietas cargadas de ultraprocesados, esa señal se distorsiona.
Tu cerebro deja de escucharla y tú sigues comiendo aunque ya tengas reservas.
Es como cuando alguien te repite tanto la misma cosa que terminas por ignorarlo.
Cómo mejorar tu leptina:
Dormir 7-8 horas. La falta de sueño desregula esta señal.
Reducir azúcar y ultraprocesados.
Comer más frutas y verduras antiinflamatorias.
Entrenar fuerza y caminar cada día.
Bajar progresivamente el porcentaje de grasa corporal.
Ejemplo: alguien con obesidad puede tener leptina “disparada”, pero el cerebro no la reconoce. Por eso el hambre nunca desaparece del todo.
4. Cortisol: la hormona del estrés.

El cortisol se produce en las glándulas suprarrenales.
En momentos puntuales es vital: te activa, te da energía y te mantiene alerta.
El problema es cuando el cortisol está crónicamente alto:
Aumenta la grasa abdominal.
Te hace tener antojos de dulce y grasa.
Suprime tu sistema inmune.
Esto ocurre con falta de sueño, estrés continuo, exceso de café o entrenamientos demasiado intensos.
Cómo reducir el exceso de cortisol:
Dormir al menos 7-8 horas.
Hacer caminatas relajadas sin móvil.
Limitar cafeína por la tarde.
Reír más (sí, en serio).
Practicar respiración, meditación o yoga.
Tener una rutina para desconectar del trabajo.
Rodéate de gente que te reste estrés en lugar de sumarlo.
Ejemplo: cuando llegas tarde de trabajar, estresado y sin cenar, el cortisol disparado te empuja a comer pizza o helado. No es “falta de fuerza de voluntad”, son tus hormonas jugando en tu contra.
5. Estrógeno y testosterona: la pareja de poder.

Son las hormonas sexuales, pero influyen mucho más allá de la fertilidad:
Regulan masa muscular.
Influyen en el estado de ánimo.
Deciden en parte dónde se almacena tu grasa.
El exceso de estrógeno acumula grasa en caderas y muslos.
La falta de testosterona dificulta ganar músculo y reduce la capacidad de quemar grasa.
Cómo mantenerlos en equilibrio:
Entrenar fuerza de forma constante.
Dormir al menos 7–8 horas.
Tomar el sol o suplementar vitamina D.
Incluir suficiente proteína (1,6–2 g/kg).
Añadir zinc si es necesario.
Reducir el estrés, que impacta directamente en estos niveles.
Ejemplo: un hombre de 50 años que no entrena y duerme poco puede perder masa muscular cada año. Al recuperarla con fuerza y buena nutrición, también mejora su testosterona.
6. Hormonas tiroideas: los controladores del metabolismo.

La tiroides produce hormonas que actúan como el “acelerador” de tu cuerpo.
Le dicen a las células qué tan rápido usar energía.
Si están bajas (hipotiroidismo) → metabolismo lento, cansancio, acumulación de grasa.
Si están altas (hipertiroidismo) → pérdida de peso rápida, nerviosismo, insomnio.
Cómo cuidarlas:
Incluir yodo (marisco, pescado, lácteos).
Asegurar selenio (huevos, nueces de Brasil, pescado).
Hacer ejercicio regular.
Dormir bien.
Mantener una dieta rica en nutrientes, no ultraprocesados.
Controlar el estrés, que también puede afectar a la tiroides.
Ejemplo: muchas personas con cansancio crónico y aumento de peso tienen desajustes tiroideos sin diagnosticar. Una analítica puede ser reveladora.
7. GLP-1: el controlador del apetito.

Los posibles mecanismos de la pérdida de peso causada por GLP-1. (Frontiers)
El GLP-1 se produce en tu intestino y regula cuándo te sientes lleno.
Es la hormona que imitan medicamentos como Ozempic, del que seguro has oído hablar.
Cuando funciona bien, te ayuda a sentir saciedad después de comer, regula el azúcar en sangre y hace más lenta la digestión.
Cómo estimularlo de forma natural:
Comer más despacio.
Añadir alimentos fermentados (yogur, kéfir, chucrut).
Comer proteína en cada comida.
Incluir fibra (verduras, legumbres).
Dormir bien (sí una vez más).
Hacer ejercicio regular.
Ejemplo: comer rápido y con el móvil en la mano impide que el GLP-1 envíe la señal de saciedad a tiempo. Terminas comiendo de más sin darte cuenta.
Conclusión.
Las hormonas no son excusas, pero tampoco puedes ignorarlas.
Son como un equipo de trabajo: si una falla, el rendimiento de todo el grupo se resiente.
Para que jueguen a tu favor:
Duerme bien (como ves se repite en casi todas, porque es clave).
Entrena fuerza y camina a diario.
Come comida real (también es recurrente por su importancia) rica en proteína y fibra.
Bebe suficiente agua.
Encuentra formas de reducir tu estrés.
No se trata de buscar soluciones rápidas ni pastillas mágicas.
Es cuestión de crear un estilo de vida que mantenga a tu equipo hormonal funcionando en armonía.
Hazlo, y perder grasa dejará de ser una lucha contra tu cuerpo para convertirse en un proceso natural.
Y hasta aquí por hoy. Nos leemos de nuevo el próximo miércoles.
Si estás pensando en ponerte en forma y necesitas ayuda, respóndeme este correo.
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Hugo
NOgymNOlimits