Como engañar a tu cerebro para hacer lo que no quieres hacer.

Y como eso te cambiará la vida completamente.

Hoy te voy a contar cómo engañé a mi cerebro para hacer lo difícil y cómo puedes hacerlo tú también.

Hoy en día todos creen que yo siempre he sido igual.

Me llaman robot, estoico y cosas así.

Pero tengo que decirte que no es oro todo lo que reluce.

Mi naturaleza, a pesar de haber estudiado y trabajado toda mi vida, es la de alguien que le cuesta hacer las cosas.

De joven me costaba ponerme a estudiar y tanto en el instituto como en la universidad, era de los que pedía los apuntes y dejaba todo para días antes de los exámenes.

Por otra parte, tampoco estaba lo que se dice en forma. Como ya he contado otras veces, comía mal, dormía peor y me costaba horrores ir al gimnasio.

Tendrías que verme por las noches hartándome de galletas de chocolate viendo alguna película o serie y acostándome a las tantas.

Además, por supuesto, de noches sin fin de fiesta y bebiendo una copa tras otra.

Pero un día, empecé a leer y aprender sobre control emocional..
Y como la importancia de hacer cosas difíciles y que me hicieran sentir incómodo, podía tener un efecto potenciador de mi carácter y de mi voluntad.

Y así pasé de odiar entrenar… a necesitarlo.
De comer “basura” tirado en el sofá… a amar una alimentación sana con comida que de verdad era energía pura para mi cuerpo y mi mente.

De odiar y ser incapaz de levantarme temprano por las mañanas (más que para ir por obligación a trabajar, a levantarme a entrenar todos los días a las 6am.

No me daba cuenta, pero casi sin querer… engañé a mi cerebro para amar lo difícil.

Hoy te explico cómo lo hice —y cómo tú puedes replicarlo.

Paso 1: Hazlo divertido.

Primero busqué algo que me gustaba.

De niño me encantaban los deportes, como fútbol, baloncesto y tenis.
Empecé a jugar al pádel, que era menos exigente para mi en ese momento.

Sin presión. Solo por disfrutar.

Varias veces por semana. Movimiento. Amigos. Sudor.
Cero obligación. Solo diversión.

Pero poco a poco, empecé a ir al gimnasio (aunque ya hace 14 años que entreno por mi cuenta en casa) y a ir aumentando progresivamente la intensidad de mis entrenamientos.

Después empecé a andar, al principio algunos días a la semana, después iba todos…
Y por último empecé a andar con mochila de peso (o rucking).

Hasta que terminó siendo una de mis pasiones.

Paso 2: Céntrate en una sola cosa.

Cuando estás mal, lo que menos necesitas es agobiarte con mil cambios a la vez.
Yo estaba en la mierda: sin motivación, sin energía, sin rumbo.

Así que elegí una sola cosa.

Ejercicio.

Nada de cambiar la dieta, dejar de beber, mejorar el sueño… No.

Solo una cosa.

Demasiadas decisiones = parálisis.
Un solo foco = movimiento.

Eso cambió mi vida.

Paso 3: Rodéate bien.

Me busqué gente y amigos que quisieran entrenar también, e iba a jugar al pádel con ellos y también al gimnasio.
Era un compromiso compartido.

OJO: No necesitas amigos o familia fitness.

Pero sí necesitas rodearte de personas que aspiren a lo mismo.

Créeme que eso lo cambia todo al principio.

Porque si te rodeas de gente fuerte, disciplinada y enfocada…
Te arrastrarán hacia arriba.

Y eso es CLAVE.

Paso 4: Pon incentivos tontos (pero efectivos).

Cuando empecé a ir al gimnasio por mi cuenta, aún me daba vergüenza.

Así que me puse un incentivo ridículo:

“Lo peor que puede pasar es que haga el ridículo. Lo mejor, que me ponga en forma.”

Me sirvió.

Cualquier excusa que te ayude a cruzar la puerta del gimnasio vale.

Y si te lleva al siguiente paso… úsala.

Paso 5: La fórmula que uso para cualquier cambio.

P + H + M = CT (Cambio Total).

  • Preséntate cada día:
    Abre la puerta del gimnasio. Preséntate. Ya estás por delante del 90% de la gente.
    Yo iba 3-4 veces por semana. Aunque no entrenara fuerte. Aunque no supiera qué hacer.
    Me presentaba.

  • Haz lo que tienes que hacer:
    Nada de frases motivacionales. Haz lo que tengas que hacer. Sin dramas.
    No esperes milagros. Empieza con lo básico.
    Haz lo que puedas con lo que tengas.

  • Mejora paso a paso:
    Cada semana, 1% mejor.
    En el gimnasio, en tu dieta, en tu negocio, en tu vida.
    La mejora constante es el multiplicador.

Conclusión

La vida va es difícil y a veces dolorosa.

Pero tienes dos opciones para elegir entre lo difícil y doloroso.

Lo difícil de hacer cada día cosas que no quieres hacer.

O lo difícil y doloroso de cuando llegue el día de arrepentirte por no haber hecho nada para mejorar tu vida.


Mejor elige un difícil que te transforme.

Esto no va de motivación ni de détox de dopamina.
Va de simplificar, ejecutar… y repetir.

Haz esto durante un año.
A partir del mes 3 verás los resultados.

Y dentro de un año, te sorprenderá el cabrón que te devuelve la mirada en el espejo.

Un abrazo.

Hugo - NOgymNOlimits